Cada cierto tiempo en el seno
de la comunidad educativa se reaviva el debate sobre la conveniencia o no de
los deberes escolares para casa. Es un tema polémico y controvertido pudiendo
encontrar detractores y partidarios tanto entre las familias como entre los propios
docentes.
Entre los argumentos más
comúnmente argüidos a favor de mandar trabajo para casa podemos encontrar los
siguientes:
- Desarrolla hábitos de trabajo en el alumno
- Fomenta su autonomía y responsabilidad
- Facilita la consolidación de lo aprendido y complementa el trabajo de clase
- Propicia la implicación de la familia en la formación de los hijos
Entre quienes sostienen que los
deberes son una práctica no deseable solemos encontrar las siguientes razones:
- Impide a los alumnos dedicarle tiempo a otras actividades muy beneficiosas
- Es injusto para quienes no pueden ser ayudados en casa y, por tanto, genera desigualdades
- No sirve para mucho. Son tareas repetitivas y resulta antipedagógico.
- La enseñanza reglada debe circunscribirse exclusivamente al ámbito escolar
Existen pocos estudios que
aborden las relaciones entre las tareas escolares para casa y el rendimiento
académico. Antonio Cabrales en un interesante post concluye que, no habiendo evidencia suficiente como para hacer sólidas
afirmaciones, sí existen más estudios que apoyan la tesis de una correlación
positiva entre las horas de tarea para casa y los resultados escolares. Sin
embargo, curiosamente, tal relación no se da en la etapa de Educación Primaria,
sino sólo en Secundaria. Por otro lado,
el informe PISA de 2012 sitúa a España entre los países que más tiempo
dedican a tareas para casa, casi dos horas más a la semana que la media de la
OCDE siendo sólo superada por Italia, Irlanda, Polonia y Rusia.
Otros datos interesantes, extraídos de mismo estudio muestran que, en la mayoría de los países, el tiempo dedicado al trabajo en casa guarda relación con el rendimiento de los estudiantes. Y que, en
prácticamente todos los países de la OCDE, los alumnos de entornos
socio-económicos más aventajados dedican más horas al trabajo en casa.
La conclusión, a la luz de
los datos de PISA 2012, es que, pese a dedicar más tiempo a los deberes que la
mayoría de los países de nuestro entorno, el rendimiento de nuestros alumnos en
Lectura, Matemáticas y Ciencias está por
debajo de la media de la OCDE y de la UE. Al menos en 3º de ESO, momento en el
que se realizan estas evaluaciones internacionales. Es decir, tal y como están
planteados, en nuestro país los deberes no aportan una mejora en términos de rendimiento.
La dificultad probablemente estriba
en que los currículos son cada vez más exigentes. Aumenta el contenido en
cantidad y complejidad y también aumenta la presión social hacia los centros y
docentes con pruebas estandarizadas y evaluaciones externas, pero al mismo tiempo, se mantienen constantes la
jornada escolar y el tiempo de clase. Esto lleva a que muchos profesores se
vean abrumados y recurran al trabajo de casa como un tiempo complementario que
les permita abordar completamente el temario.
Dicho todo lo anterior, a mi
juicio, el trabajo para casa puede resultar muy provechoso en la formación del
alumno y apoyo convencido los argumentos esgrimidos más arriba en favor de los
deberes siempre y cuando se cumplan una serie de condiciones.
Los deberes deben ser:
- Comedidos: En primaria, y pensando en los últimos cursos, el tiempo dedicado en casa a las tareas escolares no debería superar la hora diaria (de lunes a viernes). En ESO este tiempo debe ser progresivamente mayor.
- Diversificados: En la medida de lo posible, los profesores deberían adaptar el trabajo encomendado a sus alumnos para que respondiese a sus necesidades formativas diferenciando tareas de refuerzo y ampliación.
- Planificados: el trabajo para casa debe estar bien planificado, tener un objetivo concreto y nunca ser resultado de la improvisación
- Adaptados: de forma que el alumno pueda realizarlos sin ayuda. El papel de los padres debería limitarse a supervisar que se realizan y nada más.
- Motivantes: Que no se limiten a ser repetición de lo trabajado en clase.
- Corregidos: De nada sirve el trabajo individual del alumno si posteriormente no obtiene un feedback adecuado.
Concluyendo, mi reflexión es que el problema de los deberes
en nuestro país obedece, probablemente, a la baja calidad de los trabajos
encomendados. El problema guarda un paralelismo claro con nuestra productividad
y el tiempo que permanecemos en nuestros centros de trabajo. Nuestras jornadas son más largas y no por
ello más provechosas que las de nuestros vecinos europeos. Con los deberes ocurre algo parecido.
En cuanto a la dimensión social del tema, parece claro que los alumnos provenientes de entornos socioculturales desfavorecidos salen perjudicados con los deberes y por tanto esta práctica puede acrecentar las desigualdades. Las administraciones públicas deberían poner los medios para que tal situación no se diera. En algunos estados de EEUU, por ejemplo, existe la posibilidad de que los alumnos, finalizada la jornada escolar y bajo una adecuada supervisión, puedan permanecer una hora más en el colegio para realizar las tareas de casa. En definitiva, las sociedades más homogéneas y con niveles socio-económicos y culturales más altos pueden permitirse una jornada escolar más reducida sin que ello suponga un detrimento del nivel académico de sus alumnos; pero ese no es nuestro caso.
Los deberes no pueden en ningún caso privar a los estudiantes de su tiempo de juego, actividad física, relaciones, familia, … pues éstos son aspectos fundamentales para un desarrollo sano y equilibrado. Al contrario, los docentes debemos esforzarnos para que los tiempos dedicados a las tareas escolares, dentro y fuera de los colegios, sean de calidad y resulten del máximo provecho para nuestros alumnos.
Los deberes no pueden en ningún caso privar a los estudiantes de su tiempo de juego, actividad física, relaciones, familia, … pues éstos son aspectos fundamentales para un desarrollo sano y equilibrado. Al contrario, los docentes debemos esforzarnos para que los tiempos dedicados a las tareas escolares, dentro y fuera de los colegios, sean de calidad y resulten del máximo provecho para nuestros alumnos.
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